La izquierda tiene que usar la indignación y las ofensas porque es absolutamente incapaz de usar la verdad sin exponerse a sí misma.
Así que ante la incapacidad de utilización de la verdad, los izquierdistas extraen sus procederes cooperativos y amenazan con retirarse.
Debemos responder a las amenazas de la retirada tan severamente como respondemos a las amenazas o a quien nos hace trampa o nos engaña.
Esto es profundamente importante como concepto a estudiar en el comportamiento enfermizo de los izquierdistas.
Existe mucha investigación que confirma la forma en la cual nosotros reaccionamos ante ese tipo de mentiras y rechazos, esas diferencias son biológicas, existen y están ampliamente difundidas. Y esas mismas investigaciones han demostrado que el sexo femenino es más sensible a ellas, es por ello que la izquierda ha buscado apoderarse de la vanguardia que son las mujeres.
Como hombres debemos luchar a toda costa para retener la integridad de nuestro grupo. Estamos programados genéticamente por la naturaleza para hacerlo. Y nos afecta en niveles cognitivos de la misma manera que la música nos afecta.
La influencia de nuestra fuerza es la estrategia definitiva para derrotar a la izquierda, sabotear sus normativas, retar sus convenciones al ser brutalmente honestos provoca la retirada en masa de las mentiras que los izquierdistas lanzan a diario hacia nosotros.
Si elevamos no sólo el nivel del debate, sino nuestra capacidad de crear una vanguardia que arrincone a la izquierda, habremos ganado la guerra ideológica by default. El costo de la cohesión y preferencias a lo interno por el grupo propio, cooperar con nuestros pares, y cuidar a nuestras mujeres y niños crea en la izquierda una serie de dudas que consideran amenazas peligrosas para su supervivencia ya que los izquierdistas apelan a lo que no protegemos como grupo para ellos crear vanguardia.
La izquierda rechaza el carácter masculino de la lucha y lo sustituye por la lucha de clases, al ponernos en un terreno en donde somos iguales en una lucha que no existe. Si rechazamos la lucha de clases y exultamos el verdadero significado de la sangre, sudor y lágrimas que los hombres han derramado para poder hacer que sus naciones sean grandes, habremos hecho de nuestras naciones grandes de nuevo y le habremos ganado a la izquierda.
La masculinidad es positiva, deseable y atractiva para el sexo opuesto
Así como la feminidad es fundamental para lograr la civilización, preservar la especie, y cultivar relaciones amorosas duraderas, la masculinidad es necesaria para poder preservar el carácter y la fibra moral de nuestra nación.
La izquierda con sus mentiras busca separarnos de nuestras mujeres y niños y ponerlos en nuestra contra.
Las élites izquierdistas, con su falsa intelectualidad producen ideas tontas y engañosas que obtienen su estatus a raíz del mérito de quien las escupe y que dichas ideas (feminismo, ideología de género) parasitan el orden de confianza superior de nuestra nación. Estas élites y quienes les siguen creen que ellos ganarán, y quizá lo hagan a menos que no les tengamos paciencia y que no alteremos las condiciones bajo las cuales son capaces de explotar el orden superior de confianza sobre el cual nuestra nación depende.
Si nuestro orden superior de confianza es tan superior que es infranqueable para la izquierda, conservaremos una sociedad y nación que podrá prosperar de forma homogénea, una táctica que la izquierda, tan étnica, moral, e ideológicamente heterogénea es incapaz de preservar sin entrar en las contradicciones fundamentales de sus propios ideales.
Es por ello que la izquierda es incapaz de obtener y mantener la lealtad de los intereses de las otras clases sin mantener una propia clase guerrera y masculina propia.
Alberto R. Zambrano U.
en colaboración para El Instituto Propietarista.